lunes, octubre 05, 2009

Hincha de la “U” es feliz en una Tribuna Sur


Por décadas el Estadio Nacional ha sido el recinto exclusivo para la práctica de alto nivel de casi todas las disciplinas. Y la sede del equipo de fútbol de Universitario de Deportes. Aunque no se llama José Díaz, es conocido así por el nombre de la calle que lo rodea. Teodoro Aucaruri Yacolca tiene más de sesenta años trabajando en este estadio y mucho que contar, como el día que brindó con el presidente Odría, cuando por los goles de los hermanos Fernández se hizo hincha de la “U”, cuando creyó haber abrazado al Alcalde de Lima o cuando lo jubilaron injustamente. Aucaruri y su lúcida memoria nos permiten conocer las historias de nuestro viejo José Díaz y de quien sigue siendo su marcador. 

Yásser Gómez / Quinta Vocal
Fotos: Rolando Jurado
05/10/09

A Teodoro lo buscamos en su quiosco de comidas, ubicado en la explanada sur del Estadio Nacional, nos presentamos como periodistas de filiación crema. Teodoro nos saluda entusiasmado. “Para servir a usted, a Dios, la Patria y a Universitario de Deportes. Ahora le voy a decir porque me hice hincha de la “U””. De ahí nos dirigimos hacia el interior de la Tribuna Sur -los días domingos una zona hostil para los cremas- para realizar la entrevista, tomar las fotos y viajar en el tiempo.

Teodoro Aucaruri Yacolca llegó a Lima en 1942, desde Junín. Se instaló en la casa de su tío que era maestro albañil, quien a los tres días lo llevó a trabajar. No contento con su empleo Teodoro buscó a otro tío que laboraba en el antiguo Estadio Nacional. “El era guardián de la Federación de Box se llamaba Enrique Yacorta. Lo visité un domingo me preguntó si me gustaba el fútbol y le respondí que sí”. Yacorta lo llevó hacia la cancha de fútbol. Universitario perdía 0-3 ante el Atlético Chalaco en el primer tiempo. “Por el color de su camiseta reconocí a la “U”. Un trabajador del Estadio me indicó que el número nueve era Lolo Fernández y el once Lolín Fernández”. En el segundo tiempo los Fernández inclinaron la balanza a favor de los universitarios para terminar ganándole 4-3 a los porteños. “Ese fue el primer partido que vi en mi vida, me emocioné bastante y por eso me hice simpatizante de la “U”.

Muy pronto su tío le consiguió trabajo en el Estadio Nacional. Empezó haciendo la limpieza. Teodoro hizo amistad con el encargado del campo de fútbol, quien dejó que lo ayudara a marcar el campo y los goles. Luego de tres años Aucaruri se hizo cargo de marcar los goles, con banderines que tenían los colores de los clubes. Al señor Sánchez le dieron otro trabajo acá y me dejó marcando goles, yo marco goles desde el año1945, marcaba con banderines con el color de los equipos, cuando eran cinco goles era de color blanco con una cruz en aspa. Y esos primeros años 1945 y 1946 campeona Universitario, entonces el equipo crema se me siguió metiendo en el corazón.

En los primeros años, como Aucaruri sabía el número de los asientos, un día se le ocurrió fungir de acomodador en la tribuna de occidente -en los palcos presidenciales de aquel entonces-. En un partido preliminar le pidió su boleto a una pareja de esposos, cuando subió unas gradas, escuchó a alguien decir: “Señor Alcalde como está usted”. Teodoro pensó que era el Alcalde de Lima, inmediatamente lo abrazó y ni siquiera le recibió la propina. “Cuando finalizó el partido me di cuenta que salían junto a Jorge y Teodoro Alcalde. Habían sido sus padres”. (Risas)

Además marcó los resultados de otros deportes como: voley, béisbol y baloncesto. Por eso conoció a Lucha Fuentes y Pilancho Jiménez a grandes atletas como Alfredo Deza y Antero Mongrud. También a deportistas que luego serían personajes en el país como a la ex ministra Luisa Maria Cuculiza. “A ella le cuidaba sus zapatillas y maletines” y al Cardenal Juan Luis Cipriani cuando este integraba el equipo de baloncesto del Circolo Sportivo Italiano. Así mismo, se deleitó observando el juego de cracks como Di Stefano, Pelé y Maradona.

Durante muchos años Aucaruri vivió junto a su familia en el Estadio Nacional, su padre llegó a ser guardián del gimnasio de box en la tribuna norte. “He sido íntimo amigo de boxeadores como Vicente y Eulogio Quiroz del finado Mauro Mina, de Antonio Frontado, Angel Bernaola “El chico de La Victoria”, los hermanos Urlich y Coronado. Vivía con ellos en el gimnasio. Yo quería ser boxeador, pero mi padre nunca me dejó, aunque sí entrenaba con ellos”.

En la década del cincuenta también habitó en esa tribuna Aurelio Verau, compadre espiritual del entonces presidente Manuel A. Odría. Cuando el señor Verau -natural de Huancayo- se enteró que Aucaruri era su paisano como el tarmeño presidente Odría, lo estimó mucho más. “Una vez me invitó a un banquete en el palco presidencial del José Díaz. Estaban el general Odría y sus ministros. Verau me ofreció un vaso de whisky y así tuve el honor de brindar con el presidente Odría”.

Pero Teodoro también pasó apuros como marcador del José Díaz. Se enfrentaban por una temporada internacional Universitario con el Palmeiras de Brasil. Aucaruri estaba de cumpleaños y había llegado al estadio de una reunión familiar con algunos tragos encima. Palmeiras iba a ganar el partido 8-1. A Teodoro le vencía el sueño, pero los hinchas le pasaban la voz en cada gol. “Palmeiras había metido su séptimo gol, se lo había colocado a favor de la "U", por los parlantes pedían que me rectificara, lo hice. Luego Universitario hizo su primer gol y lo puse favor de Palmeiras como si hubiera metido el octavo, también lo rectifique. Finalmente Palmeiras hizo el octavo y se lo puse a Universitario como el segundo gol. Lo tuve que rectificar”.

En mayo de 1964, en el partido definitorio entre Perú y Argentina para clasificar a las Olimpiadas de Tokyo, el réferi uruguayo Pazos anuló un gol al delantero peruano “Kilo” Lobatón. El aficionado se indignó y el personaje conocido como el “Negro bomba” saltó a la cancha para agredir al árbitro, la policía lo detuvo y disparo bombas lacrimógenas a las tribunas para dispersar al público. La tragedia se consumó cuando los asistentes intentaron salir por las puertas cerradas, conforme avanzaban se aplastaban, el resultado cientos de muertos, tragedia nacional.

En esa época Teodoro vivía en el gimnasio de Box debajo de la tribuna norte. Tiene las imágenes frescas, cuando se dirigió allí, observó los cadáveres en el pasadizo. Y los ladrones se acercaban llorando a los cuerpos para rebuscar los bolsillos. Aucaruri intentó detenerlos pero no pudo. “Al día siguiente lo mismo, había gran cantidad de zapatos botados en la tribuna, la gente veía un par de zapatos buenos se lo probaban y se lo llevaban. Es el recuerdo más triste que tiene don Teodoro”.


Como buen hincha crema, Teodoro aprovecha este reportaje para desafiar a los seguidores de los equipos rivales, porque él dice conocer la verdadera historia de por qué nos califican de gallinas a los fanáticos cremas y nos asegura que no es porque sea un equipo de cobardes. “Cuando estaba reconstruyéndose el Estadio Nacional, las maderas se las llevaron al estadio de la “U” en Odriozola. Pero como en ese tiempo no había televisión, la radio y los periódicos decían, que las maderas del Estadio Nacional las llevaban a Odriozola para construir allí un gallinero. Efectivamente, Lucho Dávila, el administrador de ese entonces, puso en una parte de la tribuna sur gallinas y gallos de pelea, por eso los periodistas empezaron a decir es un gallinero”.

Teodoro Aucaruri siente que lo jubilaron injustamente. “Yo he trabajado cincuenta años en la institución desde 1942 hasta 1992, cuando me sacaron gracias al presidente Fujimori, con un seudo examen donde metían al mismo nivel a obreros y profesionales calificados”. Con medio siglo de aportación al Seguro Social su pensión con descuentos sólo llega a 397 soles. “Es por eso que usted me encontró en mi quiosco, porque no me alcanza, tengo enferma a mi esposa Isolina Vera que sufre de Parkinson”.


Aucaruri administra su quiosco, ubicado en la explanada sur del Estadio Nacional. La falta de dinero y la buena sazón de su esposa para preparar platos criollos -que son el deleite de los choferes y empleados del Estadio- los motivó a tener primero una carretilla. Para luego, cuando se construyeron las rejas en esa zona del estadio lograron colocar su quiosco de expendio de comidas. Teodoro atiende a los comensales junto a su esposa, su hija Elsa los ayuda muy temprano en la preparación de los alimentos. El plato preferido de sus clientes es el frijol con seco de carne, aunque también son solicitados otros potajes como los tallarines rojos o el cau cau.

A inicios de los noventa la tecnología se instaló en el José Díaz con un tablero electrónico. Teodoro sintió tristeza cuando la modernidad hizo prescindible su trabajo e incluso se le disminuyó su propina, aunque ahora es técnico adjunto del tablero. Cuando hay alguna falla vuelve a poner los carteles con el nombre de los equipos y el marcador . Teodoro sobrevive trabajando en el quiosco de comida junto a su familia, pero no puede separarse de sus recuerdos y del viejo Estadio Nacional, porque es el único hincha de la “U” que puede ser feliz en una Tribuna Sur.

1 comentario:

Unknown dijo...

Buena entrevista y muy interesante la vida de esta crema que durante años ha visto pasar la historia del futbol peruano y sobretodo la de Universitario de Deportes.